Nueva York, 24 feb (EFE).- El pintor español José Manuel Ciria inaugura hoy en Nueva York una exposición con sus "Cabezas de Rorschach", una serie de óleos que muestran grandes rostros humanos casi grotescos, con los que el artista aboga por un mundo más justo.
"Son figuras que dan miedo y que sienten miedo", explicó en declaraciones a Efe el artista, quien presenta en la Gran Manzana un grupo de óleos extraídos de su serie "Cabezas de Rorschach III" en los que "hay una búsqueda de una sociedad más justa", unos cuadros que "tienen una cualidad política" y que son "obras de denuncia".
La muestra del artista español, uno de los pintores españoles en activo más apreciados y consolidados internacionalmente, se compone de diecinueve óleos, la mayoría de gran formato, bajo el título "The Execution of the Soul" y está abierta hasta el 2 de abril en la galería Stefan Stux, de Manhattan.
Ciria (Manchester, Reino Unido, 1960) se formó en España y se convirtió en un pintor reconocido gracias a su obra abstracta, pero, desde que en 2005 se trasladó a Nueva York, dio un giro hacia el arte figurativo, del que es un ejemplo la serie "Cabezas de Rorschach III".
El nombre de la serie hace referencia al test psicológico creado por el psicoanalista suizo Hermann Rorschach (1884-1922) en el que se pide a un individuo que diga a qué le recuerdan unas manchas de tinta para medir la tendencia humana para proyectar emociones e interpretaciones de estímulos ambiguos.
Respecto al cambio en su trayectoria, el artista explicó a Efe que no ve "diferencias entre lo abstracto y lo figurativo", ya que, en su caso, las texturas y la forma de trabajar "son las mismas" en unas y otras pinturas.
La intención de su obra anterior "era prácticamente idéntica", pero, a su juicio, en esta serie "la denuncia se entiende muchísimo mejor", ya que la abstracción "no es el vehículo adecuado para expresar ideas concretas", señaló.
El detonante para sus series de cabezas estuvo en dos situaciones personales: la muerte de su padre debido a un tumor cerebral y un viaje a Isla de Pascua.
En esa isla de la Polinesia tuvo la oportunidad de contemplar las estatuas de piedra monolítica conocidas como moái (del rapanui moai, "escultura"), y de hecho algunos de los rostros que se pueden ver en la exhibición recuerdan a tótems.
Sin embargo, Ciria prefiere dividir las composiciones en tres grupos: por un lado, las cabezas "totalmente inventadas"; por otro, una serie basada en fotografías, y finalmente un conjunto que es "absolutamente grotesco".
Para esta última categoría, el pintor cita como inspiración la "tradición de lo grotesco" que inauguró el italiano Leonardo da Vinci (1452-1519) y que también cultivaron los españoles Francisco de Goya (1746-1828) o Antonio Saura (1930-1998), entre otros.
"Son figuras que dan miedo y que sienten miedo", explicó en declaraciones a Efe el artista, quien presenta en la Gran Manzana un grupo de óleos extraídos de su serie "Cabezas de Rorschach III" en los que "hay una búsqueda de una sociedad más justa", unos cuadros que "tienen una cualidad política" y que son "obras de denuncia".
La muestra del artista español, uno de los pintores españoles en activo más apreciados y consolidados internacionalmente, se compone de diecinueve óleos, la mayoría de gran formato, bajo el título "The Execution of the Soul" y está abierta hasta el 2 de abril en la galería Stefan Stux, de Manhattan.
Ciria (Manchester, Reino Unido, 1960) se formó en España y se convirtió en un pintor reconocido gracias a su obra abstracta, pero, desde que en 2005 se trasladó a Nueva York, dio un giro hacia el arte figurativo, del que es un ejemplo la serie "Cabezas de Rorschach III".
El nombre de la serie hace referencia al test psicológico creado por el psicoanalista suizo Hermann Rorschach (1884-1922) en el que se pide a un individuo que diga a qué le recuerdan unas manchas de tinta para medir la tendencia humana para proyectar emociones e interpretaciones de estímulos ambiguos.
Respecto al cambio en su trayectoria, el artista explicó a Efe que no ve "diferencias entre lo abstracto y lo figurativo", ya que, en su caso, las texturas y la forma de trabajar "son las mismas" en unas y otras pinturas.
La intención de su obra anterior "era prácticamente idéntica", pero, a su juicio, en esta serie "la denuncia se entiende muchísimo mejor", ya que la abstracción "no es el vehículo adecuado para expresar ideas concretas", señaló.
El detonante para sus series de cabezas estuvo en dos situaciones personales: la muerte de su padre debido a un tumor cerebral y un viaje a Isla de Pascua.
En esa isla de la Polinesia tuvo la oportunidad de contemplar las estatuas de piedra monolítica conocidas como moái (del rapanui moai, "escultura"), y de hecho algunos de los rostros que se pueden ver en la exhibición recuerdan a tótems.
Sin embargo, Ciria prefiere dividir las composiciones en tres grupos: por un lado, las cabezas "totalmente inventadas"; por otro, una serie basada en fotografías, y finalmente un conjunto que es "absolutamente grotesco".
Para esta última categoría, el pintor cita como inspiración la "tradición de lo grotesco" que inauguró el italiano Leonardo da Vinci (1452-1519) y que también cultivaron los españoles Francisco de Goya (1746-1828) o Antonio Saura (1930-1998), entre otros.
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